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Iglesia parroquial de San Martín: la primitiva románica
Parece
extraño que la de Biel, la iglesia parroquial de San Martín, sea de
estilo gótico-renacentista mientras que casi todas las iglesias de las
localidades de alrededor pertenecen al estilo románico. Así ocurre con
las de El Frago, las de Luesia y no digamos con las numerosas de
Uncastillo. También la de Biel fue de estilo románico y se supone que
esta primitiva iglesia se construyó en la misma época que el castillo
(último tercio del siglo XI). Y, desde luego, no es la iglesia románica
la capilla del Rosario, tal como algún historiador señaló hace algunos
años, quizá sin visitarla.
Las
investigaciones realizadas a principios de los años noventa por la
historiadora del arte, la taustana Maria Sancho Menjón, han demostrado
claramente que la actual iglesia se construyó sobre una anterior, que
era un poco más estrecha. Parece que nuestros antepasados no confiaban
mucho los unos en los otros porque todos los contratos de ampliación de
la iglesia de Biel, junto con otros muchos documentos de realización de
obras en la misma, los pasaban por el notario. Gracias a esto,
conocemos de manera pormenorizada el proceso constructivo de la iglesia
por las indagaciones efectuadas por la historiadora citada en el
Archivo de Protocolos Notariales de Ejea de los Caballeros, donde
encontró no sólo documentos abundantes sobre las diferentes etapas de
la obra, sino también un plano parcial de la bóveda de crucería. Así
sabemos que la ampliación, o mejor dicho, ensanchamiento, se realizó en
tres fases, comenzando la primera en 1541, la segunda en 1547 y la
tercera, algo más tarde, en 1581.
Son
el concejo y el vicario, y no Hernando de Aragón, arzobispo de Zaragoza
y señor de Biel, quienes contratan la obra y mandan ensanchar la
iglesia en doce pies, unos tres metros, por el muro sur, derribando la
anterior pero con la precaución de que puedan ser reutilizados todos
los materiales. Por el muro norte no se podía ensanchar ya que en gran
parte es roca, la que sirve de asentamiento al castillo. Este muro, por
lo tanto, es el original, el de la primitiva iglesia.
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Pero,
además de este muro, hay otros restos, algunos visibles y otros no
tanto, de la antigua iglesia románica. El más destacado, que se puede
observar desde la capilla del Rosario, corresponde a la portada
occidental, de la que se conserva un fragmento de la parte superior de
las arquivoltas. Otro, quizá no menos importante, corresponde a un
ventanal ajimezado, sin contextualizar, situado en un lateral de la
capilla de San Nicolás, en el presbiterio del lado del Evangelio. Según
la tradición, este vano formaría parte de un pasadizo, que comunicaría
con el castillo, para que así, el señor del mismo pudiera asistir a los
oficios religiosos sin tener que salir al exterior. Otros restos son el
de un ventanal en el muro occidental, a plomo con la portada señalada,
que iluminaría la zona de los pies del templo, y los indicios de un
sistema de cubrición anterior.
Los
restos menos visibles son los de cimentación. En el proceso de
restauración actual de la iglesia, el arquitecto redactor del proyecto
y director de las obras, Fernando Alegre Arbués (quien junto con la
historiadora del arte Maria Sancho Menjón escribió en la revista número
catorce de Suessetania un extenso estudio sobre la iglesia de Biel, del
que en gran parte se nutre este artículo), realizó una cata en el
suelo, bajo el vano de separación entre la capilla del Rosario y el
resto de la iglesia, llegando hasta los cimientos de la iglesia antigua
y comprobó cómo su ángulo suroeste coincide con la anchura que se
deduce de los datos documentales. Así mismo, este arquitecto y el que
esto suscribe descubrieron a principios de este mismo año, los
cimientos del ábside de esta antigua iglesia, que están situados detrás
del retablo del altar mayor a escasos centímetros del muro de la
iglesia actual, y que también corroboran cómo la iglesia anterior
románica era unos doce pies, tres metros, más estrecha que la actual.
Queda
por saber por qué se produce este “ensanchamiento” de la iglesia. Para
nada consta en la abundante documentación que la antigua iglesia
tuviera algún problema en su estructura o que pudiera estar bajo la
amenaza de una ruina inminente. Solo consta, y de manera repetida, que
se manda ensanchar. Aunque ya han pasado algunos años, ¿no tendría que
ver esta ampliación con la expulsión o conversión de los judíos? Como
ya se sabe, la judería de Biel era, en términos absolutos, una de las
ocho más importantes de Aragón y, a finales del siglo XV, la población
judía sobrepasaba los trescientos habitantes, lo cual suponía más de la
mitad de la población total de Biel. A raíz del decreto de expulsión,
algunos se marcharon, pero gran parte se convirtió al cristianismo y se
quedó en su localidad. Como consecuencia, la población cristiana, con
este nuevo aporte de cristianos nuevos, prácticamente se duplicó, por
lo que probablemente no cabrían en la antigua iglesia y decidirían
ensancharla. Además estos conversos debían, al menos, aparentar que
eran más cristianos que nadie y, hasta es posible, que ellos, en parte,
sufragaran los extraordinarios costes de esta ampliación, teniendo en
cuenta el poderío económico de algunos de estos cristianos nuevos.
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